viernes, 22 de octubre de 2010
Ha visto la luz "El Silencio de Dios"
viernes, 18 de junio de 2010
Las Dificultades de Representación de la Trinidad en el Arte Cristiano
Temas tan comunes como el Ministerio, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, la Virgen María, los seguidores de Jesús y Apóstoles, así como sus milagros, etc., merecieron un lugar preponderante en la iconografía cristiana. Profundamente ligada a estructuras socio -culturales en las cuales existe un pueblo iletrado y analfabeto, las esculturas, pinturas y demás expresiones del arte tenían un lugar preponderante en la vida del cristiano: representaban, de manera dramática, los acontecimientos narrados en el Nuevo Testamento y los ilustraban de manera vivida y locuaz.
El mayor reto lo constituía la Trinidad, a veces representada como tres hombres jóvenes, otras como un hombre anciano, una paloma y un hombre joven, etc., diferenciándose los estilos del arte en la ortodoxia cristiana rusa y de la católica de la Europa Occidental.
Resultó un fenómeno prácticamente natural que finalmente se llegara a las representaciones llamadas “heréticas” y que se generalizaron entre los siglos XIV y XVI, para ser luego prohibidas en forma definitiva.
Lo que más “molestaba” eran los llamados “Trifrons”: representaciones tricéfalas, o con un solo cráneo pero con tres rostros, y un largo etcétera, de Jesús, Dios y el Espíritu Santo. Dejo aquí algunas imágenes ilustrativas.
Psautier de Vesoul, S. XIII
Icône église St Quiriace de Provins, S. XVI
Convento de Tomar, Portugal
Monasterio de Tulebras, Jerónimo Vallejo Cosida
Poznań. Tron Laski, 1500
Escudo de la Trinidad
Triángulos Atanasios
lunes, 19 de abril de 2010
La Luz Interior: Introducción a las Religiones Orientales
martes, 6 de abril de 2010
Antropología y Trabajo Social. Un Vínculo Complejo y Necesario
¿Qué aporta la Antropología al Trabajo Social?
Con esta interrogante abro este pequeño artículo: en una sociedad en estado de crisis socio económica, sea ésta la española o la uruguaya, la labor del antropólogo se encuentra profundamente imbricada en el quehacer del egresado en Trabajo Social.
Desde la antropología se puede lograr un enfoque multidisciplinar, holístico, donde:
- los resultados de la labor antropológica se vinculen claramente a la realidad social.
- participar en el necesario debate de las políticas socio - culturales que deben producirse en el seno de la sociedad.
- investigar sobre distintas alternativas de intervención en lo social, involucrando la antropología del desarrollo.
- el antropólogo puede intervenir como portavoz o defensor de los grupos sociales en sus relaciones con las instituciones.
- participar de proyectos de “emancipación”, “liberación”, procesos que involucran cambios y rupturas teniendo en cuenta las situaciones de clase, género, problemáticas vinculadas a la violencia, drogas, etc.
La antropología propone una reflexión seria y profundamente ética de su objeto de estudio. Aunque muchos autores e investigadores propugnan una antropología ajena a la realidad social, ciertamente es en el vínculo con la problemática social y cultural que la labor del antropólogo alcanza su máxima dimensión.
El involucramiento profundo entre el antropólogo y el trabajador social produce respuestas factibles y reales: ambos profesionales interactúan en una labor única en su clase. El “encuentro” de los problemas, el logro de “soluciones”.
No obstante, muchos confinan a la antropología y al trabajo social a mundos independientes: quizás esto sea posible en determinados ámbitos académicos, pero insisto: el divorcio entre ambas disciplinas constituye una visión “pobre” de la sociedad y del logro de resultados a la problemática que ésta vive. Lo anterior se aplica en realidades tan complejas como los de la ciudad de Madrid, Buenos Aires o Montevideo.
Como bien señala Caro Baroja, “nada más amenazador para la humanidad que el que un sector de ella se crea en posesión de la verdad “científica” y que la combine con unos cuantos deseos elementales”.
Precisamente, la antropología social se ha caracterizado, en términos comparativos, por haber sido la única en sostener la pertinencia metodológica de un enfoque holístico; por una particular preocupación por las descripciones y análisis de tipo cualitativo; por utilizar más que ninguna otra disciplina socio-histórica una aproximación personalizada con estancia larga en campo por parte del investigador; por enfatizar que el analista debe ser el mismo que obtiene la información en forma directa; por haber sostenido la importancia y frecuentemente la mayor relevancia de la dimensión ideológico-cultural; por haber considerado la pertinencia metodológica de trabajar con unidades micro en el «entendimiento» de lo que las mismas expresan al nivel macro; etcétera (Menéndez, 1991: 22).
La aproximación al estudio de la antropología, y a su enseñanza en vínculo al trabajo social incluye una visión compleja y renovada de sus ámbitos de reflexión: sus objetos tradicionales de estudio, como las relaciones y grupos de parentesco, las instituciones políticas y económicas, etc., se manifiestan de manera renovada en los estudios referidos a los barrios, la violencia en todas sus manifestaciones, la drogadicción, los estudios de género, el estudio de instituciones (educativas, sanitarias, etc.), las migraciones, entre otros.
AUGÉ, Marc (1996): Hacia una antropología de los mundos contemporáneos; Barcelona; Gedisa editorial.
BANTON, Michael (comp.) (1980): Antropología social de las sociedades complejas. Madrid. Alianza
BARLEY, Nigel.1989.El antropólogo inocente. Barcelona.Ed. Anagrama.
BÉJAR, Helena, (2001), El mal samaritano. El altruismo en los tiempos del escepticismo, Barcelona. Anagrama
De ROBERTIS, C.; PASCAL, H. (1994): La intervención colectiva en trabajo social. La acción con grupos y territorios. Buenos Aires. El Ateneo
FRIJOLÉ, J.; NAROTZKY, S.; CONTRERAS, J. (1983): Antropología de hoy. Barcelona. Teide
GARCÍA CASTAÑO, J.; PULIDO MOYANO, R.A. (1994): Antropología de la educación. Madrid. Eudema
HARRIS, Marvin (1990): Antropología Cultural. Madrid. Alianza Editorial
JULIANO, Dolores, (2004), Excluidas y marginales: una aproximación antropológica. Valencia. Ediciones Cátedra
Kottak, Conrad Phillip, (2003). Introducción a la antropología cultural. Espejo para la humanidad. Madrid, McGraw-Hill/Interamericana de España
LLOBERA, Josep R. (1990): La identidad de la antropología. Barcelona. Anagrama
LLOBERA, Josep R. (1999): Manual d’antropologia social. Barcelona. Pòrtic-UOC
MAESTRE, Alfonso Juan (1990): La investigación en antropología social. Barcelona. Ariel
MARCHIONI, Marco, (2001), Comunidad, participación y desarrollo "Teoría y metodología de la intervención comunitaria". Madrid. EDITORIAL POPULAR
MENENDEZ, E.; (1991) “Definiciones, indefiniciones y pequeños saberes” en Alteridades, UAM; México.
MONOD, Jean (2002): Los barjots. Ensayo de etnología de las bandas de jóvenes. Barcelona. Ariel Social
PORZECANSKI, T. (1983): Desarrollo de comunidad y subculturas. Buenos Aires. Humanitas
SENNETT, Richard, (2004), La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona. Anagrama
jueves, 11 de febrero de 2010
El Fascinante Mundo de los Ángeles
"Ángel" procede del latín Angelius, que a su vez deriva del griego ἄγγελος ángelos, "mensajero". La palabra hebrea más parecida es םַלְאָךְ mal'ach, con el mismo significado. La llegada de los ángeles a la religión judía proviene de la influencia del mazdeísmo del cual surge la intrincada relación entre el bien y el mal. Esta influencia surge específicamente de los persas: para ellos un ángel habría sido el encargado de revelar “la verdad” a Zoroastro.
Con el tiempo los ángeles tomarán características cada vez más espirituales dejando de lado todo aspecto vinculado a los varones humanos, con una función cada vez más especializada: ángeles que sirven solo a Dios, ángeles mensajeros y ángeles que castigan (Imagen: Guido Reni. San Miguel Arcanguel vence a Lucifer. 1636).
La Iglesia católica acepta solo aquellos ángeles con nombres como Miguel, Rafael y Gabriel, la Iglesia ortodoxa griega y la Iglesia ortodoxa copta reverencian, también a Uriel. Pero hay referencia a otros ángeles como Baraquiel, Alamiel, Letiel o Laeiel, Sealtiel, Jehudiel y Barachiel.
Los ángeles ocuparían una jerarquía desde la cima donde se ubican los serafines. luego los querubines y finalmente los tronos (especialmente en la clasificación de Dionisio Areopagita en su obra “La Jerarquía Celeste”).
Lucifer o Satanás hace referencia a aquel ángel caído mencionado en el Génesis 6, como instigador principal del mal. El término deriva del verbo hebreo "satan", que significa oponerse, luego traducido a "diabolos" dando origen al término diablo. La historia de estos ángeles caídos y el ulterior triunfo de Dios y sus ángeles se puede leer en detalle en libros apócrifos como el conocido libro de Enoch (Enoc).
martes, 19 de enero de 2010
Símbolos de Identidad en el Cristianismo Primigenio
Teniendo en cuenta que el hoy conocido símbolo de la cruz no fue representativo de la cristiandad hasta el siglo IV d.C., tampoco lo fue el rostro del propio Cristo pues éste se desarrolló de acuerdo a los distintos canones estéticos de la época. Inicialmente Cristo era un joven imberbe cuyo retrato se confundía con el generalizado motivo del “Buen Pastor”, que tenía una amplia difusión pagana.
De hecho, estamos sin duda alguna ante un sepulcro cristiano si encontramos el símbolo del pez: ichthys" iniciales de las palabras Iesous Christos Theou Uios Soter (Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador). Otros símbolos serían el ancla, la nave o barco, etc., todos representados con generosidad en las distintas catacumbas en y próximas a la ciudad de Roma, desde finales del II d.C. y comienzos del siglo III.
¿Y antes? ¿Cómo se distinguía un cristiano de un judío o de un pagano?
Como grupo originariamente escindido del judaísmo vale la pregunta de que podía haber tenido algún símbolo o rasgo identificador que quizás hubiera podido salvarse y rescatarse a través de la arqueología.
En la zona al oeste de Talpiot en Israel, se han encontrado varias tumbas, muchas de ellas controversiales como la llamada tumba de Jesús, la de Jacobo, hermano de Jesús y otras. Sean estas personajes Jesús o Jacobo, pues eran nombres extremadamente comunes para el primer siglo de nuestra era, lo más importante es que se cuenta con un importante bagaje de
osarios que era la forma en que se disponían los difuntos en ese entonces.
Hay un elemento perturbador que los identifica entre si pero no con otros osarios de la misma zona o de otras regiones de Israel: presentan marcas en un lateral, signos distintivos, más allá de las palabras que en ellos están inscriptas.
¿Serán estás las primeras marcas del cristianismo? ¿Será esta la manera en que los cristianos primigenios buscaban distinguirse del resto de la población judía?
El interrogante queda abierto: prolongado y complejo será el desarrollo que lleve a estos cristianos por todo el imperio romano, indicando su presencia con otros símbolos hasta llegar (en época de persecución) al característico pez. Nuevas investigaciones podrían verificar, entonces, nuestra hipótesis.
viernes, 8 de enero de 2010
“El Evangelio de Qumrán”: Un Viaje a los Comienzos del Cristianismo
El estudio del cristianismo primigenio siempre se ha revelado como arduo y dificultoso: en aproximadamente los tres siglos que van desde la muerte de Jesús hasta el primer Concilio de Nicea, se desarrolla y se complejiza esta religión.
Normalmente se considera al cristianismo como una fusión de doctrinas: su estudio revela una composición elaborada a manera de “capas de cebolla” en torno al núcleo primigenio que constituye la doctrina de Jesús de Nazaret.
En este sentido recordemos las sectas en las que se dividía el judaísmo de la época en que vivió Jesús: Saduceos, Fariseos, Essenios y Zelotes. Siendo los primeros un grupo menor al que pertenecía la casta dominante y siendo los últimos un grupo belicoso y nacionalista, no vemos en ellos mayores aportes al cristianismo o al pensamiento de Jesús.
Es, sin duda, el judaísmo fariseo al cual adherían la enorme mayoría de la población de Judea, el grupo en el cual Jesús se movía y enseñaba. No obstante la doctrina farisea no se ajusta a la perfección al pensamiento de Jesús: en él se encuentra presente la ideología essenia.
En “El Evangelio de Qumrán” analizo la incidencia de este grupo en Jesús pero en particular de una secta radical essenia: los qumranitas o los habitantes de Qumrán. Se trataba de un grupo mesiánico riguroso y ascético que presenta muchos elementos en común con el pensamiento de Jesús, al punto de poder afirmar que Jesús, uno de sus discípulos, etc., tuvieron que ver con este grupo y que adhirieron parcialmente a su doctrina.
Con una arqueología extensa he tratado de distinguir distintos sitios de ocupación en las Cuevas de Qumrán, y lo más importante, distintas etapas de ocupación. Uno de los mayores errores que se cometen al hablar de los manuscritos del Mar Muerto es la confundir etapas y asignar a todos los manuscritos y vestigios arqueológicos un momento único de interpretación.
En Qumrán coinciden rollos del siglo III a.C. con rollos del siglo I y II d.C.: de ninguna manera se puede hablar de una doctrina única, ni siquiera de un grupo único, que hubiera vivido en Qumrán. En todo caso debemos remitirnos a una ideología, un modo de vida y de entender el mundo diferente de acuerdo a los distintos períodos de tiempo. Pensemos que a nivel arqueológico situar en una misma capa vestigios de estos siglos con una distancia entre ambas cotas de quinientos años sería algo así como confundir como pertenecientes a una misma época los documentos elaborados por Cristóbal Colón con los difundidos por el Palacio de la Moncloa el pasado fin de semana.
Agradezco en forma particular la atención del Sr. Jesús García y Purificación Lozano de Editorial Creación, por el respeto y confianza que han tenido en la obra permitiendo que la misma tenga una acogida en el público lector.